No sé si este episodio fué cronológicamente el siguiente. Mis recuerdos son vagos. Pero creo que el siguiente suceso que tiene semejanza con los otros es este:
Yo contaba con catorce años y ya trabajaba en una Caja de ahorros, estaba situada en la otra punta de la población donde yo vivía, la distancia podía rondar los dos kilómetros más o menos, casi tres. El recorrido lo hacia diariamente a pié. Por la mañana entraba a trabajar a las 09:00 y salia a medio día a las 15:00.
Cuando regresaba a casa solía encontrar a los niños que iban camino de la escuela, la mayoría de mi misma edad. Había un chico que se burlaba de mí porque yo vestía traje y corbata, no diré que mi aspecto era ridículo, pero si era algo desacostumbrado para un niño de 14 años. Cuando se cruzaba conmigo, lo hacía por el lado contrario de la carretera y a distancia me insultaba y se reía de mí. Las dos o tres primeras ocasiones no hice caso, pero después de eso le plantaba cara y le contestaba (a distancia también) pero eso no servía para desanimarlo, al contrario cada vez sus insultos eran más ofensivos. En una de esas ocasiones ya pase a la acción y empecé a perseguirlo corriendo, pero él era más rápido que yo y no lo alcancé. En la segunda o tercera persecución, casi lo alcanzaba, pero él corría mas que yo y corría mientras me seguía insultando, el ansia de venganza me cegaba y en esas pensé con todas mis fuerzas:
-- ¡Ojalá te cayeses! Ibas a saber lo que es bueno entonces.
Fué tener ese pensamiento y al instante, sus pies parecieron tropezar en el aire con algo y cayó planeando sobre el suelo, sus rodillas, barbilla y nariz, recibieron de lleno el porrazo, llegué donde estaba él, aun caído y cuando vi su aspecto y sus lágrimas, le dije que si continuaba insultandome, la próxima vez sería peor.
Me fuí dejándolo en el suelo y jamás volvió a meterse conmigo.
Casualidad? Para mí fué solo un golpe de suerte. Tu crees que pudo ser algo más que eso?.
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