jueves, 29 de noviembre de 2012

SE CUMPLE MI DESEO

Tenía 13 años y salia del colegio en compañía de algún compañero, caminabámos por la acera en dirección a la parada del autobús, nos cruzamos con el padre de uno de los compañeros de clase, concretamente el que tenía una tienda de electrodomésticos enfrente del colegio, debido a eso era conocido por todos. Cuando nos cruzamos en la acera con él, notamos que su paso se tornó vacilante y apoyó su mano en la pared para sostenerse y así mantener el equilibrio, pero eso no fué suficiente para mantenerse en pié y cayó al suelo. Yo nunca había visto a un adulto caerse de esa manera.
Enseguida salió gente del bar y lo atendieron, nosotros continuamos nuestro camino a la parada del bus. Allí nos sentamos en las escaleras de un edificio a esperar que llegase.
Mientras esperábamos, casualmente pasó nuestro compañero, el hijo del hombre que habíamos visto caerse. Corrimos a explicarle lo que había pasado, que su padre se había caído en medio de la acera y que habían tenido que salir del bar a recogerlo. Su reacción fué inesperada, dijo que eramos unos mentirosos y que a su padre no le había pasado nada, aseguró haber estado con el hasta hacía unos segundos y que era todo una mentira. Yo intente explicarle que eso había ocurrido apenas hacía unos minutos. El niño insistió en que eramos unos mentirosos. Por alguna razón éso lo hacía sentirse avergonzado y por eso lo negaba. Yo impotente por no poder hacer que me creyese le dije que cuando llegase a su casa se lo preguntase y ya vería como era cierto el incidente.
Al día siguiente en clase le pregunté si ya se lo había preguntado a su padre, esperando que me diese la razón, reconociendo su error del día anterior, pues no solo no me dió la razón sino que me dijo su padre le había dicho que era mentira, que no se había caído y que todo eso era un cuento.
Me quedé atónito. No entendía que me pudiese negar lo que yo había visto con mis propios ojos, entonces yo, rabioso, le dije desde lo más profundo de mi corazón:
-- Ojalá se muriese tu padre. Así verías que es cierto lo que te digo y si el miente, se merece morirse por mentiroso.
Pasó la mañana y por la tarde cuando entramos en clase,  todos lo comentaban, esa mañana había muerto el padre de un ataque al corazón.
Fué una casualidad (o así lo creí entonces) a la cual no hice caso y olvidé el incidente. Desgraciadamente no sería el único incidente de ese tipo que me ocurriría.

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